Situado en la zona central del territorio insular, el conjunto más numeroso y mejor conservado de hornos púnicos se encuentra en este sector excavado ampliamente entre los años 1997 y 1999 en la zona de confluencia de la calle Rondeñas y la Carretera de Camposoto. Se trata de varios solares y viales colindantes en los cuales se exhumaron al menos cuatro agrupaciones de hornos púnicos, asociados a vertidos y desechos (esencialmente anfóricos), cuya actividad puede datarse grosso modo entre el tramo final del siglo VI y el III a.C. Restos de una pequeña necrópolis y algunas fosas situadas hacia el actual Parque de las Huertas y datadas en los siglos II-I a.C. informan de la continuidad de la actividad en el lugar hasta esos momentos, aunque el alto grado de arrasamiento superficial y las escasez de indicadores materiales precisos impide determinar si la producción cerámica tuvo continuidad durante la fase romana republicana.
La producción cerámica en la zona debió ser muy intensa desde el final del siglo VI y especialmente a lo largo del siglo V a.C., en relación al abastecimiento de envases de transporte para la industria conservera local. La zona de mayor concentración de estructuras en esta fase inicial corresponde a los solares y viales colindantes a la confluencia de las actuales calles Rondeñas, Alcudia y Alberto Agudo. En este sector se excavaron en 1998 parejas o tríos de hornos (1 y 5; 2 y 3; 4, 6 y 7) construidos con diseños muy variados, aunque en general siguiendo la norma de agrupar un horno de grandes dimensiones (unos 3 metros de diámetro) junto a otros de pequeño tamaño, probablemente destinados a producir distintas clases cerámicas. Estos hornos se disponían en todos los casos en los rebordes de fosas cavadas en las margas amarillentas propias de la zona, que hacían de área de trabajo para la carga y limpieza del combustible vegetal (aunque como en Villa Maruja – Janer, existen indicios que indican el uso de los raquis de los atunes como material combustible para los hornos). Los vertidos excavados tanto en el interior de los hornos y las fosas como en sus proximidades aportaron una ingente cantidad de material de producción local (sobre todo envases anfóricos del tipo T-11213, y cerámicas de engobe rojo, pintadas y comunes), así como algunas importaciones griegas. Destaca también la recuperación de algunos moldes y restos de producción de terracotas, entre las cuales se incluyen figuras femeninas “mumiformes”, un felino o una mano extendida, quizá un aplique para prótomos o piezas de mayor tamaño.
La deficiente conservación de los horizontes más recientes impide descartar la posibilidad de que existiesen hiatos de abandono o cese de actividad entre las sucesivas fases. Sin embargo, la reutilización de algunos de los hornos (2a-2b) apunta a una conexión entre ellas, o al menos a que las estructuras tardoarcaicas permanecieron a la vista y accesibles hasta al menos el siglo III a.C. En algún momento de esta centuria el horno 2 fue parcialmente desmontado y reacondicionado para su puesta en funcionamiento de nuevo, ahora con una planta más piriforme y alargada, con un corredor más desarrollado, un nuevo pilar de sostén de la parrilla (que suponemos de barras de adobe) y un nuevo forro de placas cerámicas en las paredes. Esto conllevó la remoción parcial de los niveles de colmatación anteriores, así como de la parrilla casi completa, elevando el nivel del suelo de la cámara de combustión. Los materiales documentados en el interior de la estructura sugieren una utilización de la misma hasta al menos el tramo final del siglo III a.C. Se trata por tanto de un caso muy similar al documentado en la Calle Real 210-212, aunque con un estado de conservación muy insuficiente de la estructura más reciente para valorar cuestiones tipológicas.
En el solar situado al noreste, actual Residencial David, se documentaron en 1997 restos muy maltratados de un horno (apenas el fondo ennegrecido, que no permite precisar tipología o tamaño) y testares sólo parcialmente conservados, que mayoritariamente aportaron materiales de los siglos V y IV a.C., de nuevo con un predominio claro de las ánforas locales de los tipos T-11210 y T-12111, cerámicas de barniz rojo, pintadas y algunos elementos de importación griega.
Las fosas excavadas en 1998 en el entorno de la calle Mineras aportaron conjuntos de materiales muy limitados cuantitativamente, pero entre los cuales se encuentran sobre todo ánforas, cerámicas de barniz rojo “tipo Kuass”, algunos desechos de cocción y restos de opus signinum que sugieren la existencia de estructuras artesanales en ese sector datadas entre los siglos II-I a.C. Con estas fosas estarían relacionadas las tumbas de inhumación documentadas tanto en el Residencial David como sobre los hornos 2-3, enterramientos con arquitectura y ajuares modestos que quizá pudieron albergar a algunos de los artesanos de esta fase final de Camposoto.
Dos de los hornos de mayor tamaño (1 y 2) fueron desmontados y trasladados a la Rotonda de los Hornos Púnicos, y están expuestos junto a las agrupaciones de hornos del yacimiento de Torre Alta. Se trata de ejemplos excepcionales de la arquitectura fornácea tardoarcaica, con múltiples rasgos comunes tanto en diseño y materiales como en tamaño con el horno púnico documentado en la Calle Real 210-212.