Se puede considerar que este yacimiento es no sólo uno de los mejor caracterizados arqueológicamente en la Península Ibérica sino que es además un símbolo, ya que fue el primero identificado y excavado parcialmente, entre los años 1987-1988. Desde entonces se han sucedido numerosas actuaciones preventivas, sin un proyecto coordinado, que han conducido afortunadamente a la excavación completa del sector y a la musealización in situ de una parte de las estructuras fornáceas excavadas. Actualmente los hornos 1-2 y 4-5 son visitables en la céntrica Rotonda de los Hornos Púnicos, junto a otras estructuras de hornos procedentes del yacimiento de Camposoto.
La actividad alfarera en Torre Alta debió comenzar al menos en el siglo V a.C., tal y como delatan materiales encontrados en diversos puntos del yacimiento (especialmente ánforas T-11210 y cerámicas de engobe rojo), si bien no se han conservado estructuras relacionadas con esa fase inicial, que se presume similar a la de Camposoto, Villa Maruja – Janer y otras localizaciones. El panorama es similar para el siglo IV a.C., pues los materiales recuperados en diversos vertederos (sobre todo ánforas T-12111 y T-8211, así como vajillas de barniz rojo) atestiguan un periodo de actividad especialmente significativo en la segunda mitad de la centuria. El tamaño y la planta del Horno 4, la estructura de mayores dimensiones conservada, sugieren que pudo tratarse de un horno construido en esta fase púnica, pero posteriormente reformado y acondicionado para su utilización en el siglo III a.C., un proceso similar al del horno 2b de Camposoto o el detectado en Calle Real 210-212.
Los siglos III-II a.C. son sin duda los más ampliamente excavados y mejor caracterizados en el caso de Torre Alta. A esta fase pertenecen los hornos 3 y 5 (excavados en 2002-2003), amortizados quizá hacia finales del siglo III a.C.; los hornos 1-2 (campaña de 1987-1988) y I-II (excavaciones de urgencia de 1997), activos entre finales del siglo III y el tramo final del siglo II a.C.; varios testares de cierta entidad rellenos de cenizas, restos de argamasas de horno, adobes y ánforas desechadas (MC-I y MC-II, campaña de 2002); y quizá otras estructuras fornáceas muy destruidas por el urbanismo contemporáneo y algunos vertederos documentados en el Sector 2 de la campaña de 1995. El horno 4 (excavación de 2003) terminó su vida activa en el tramo final del siglo III a.C., pero a diferencia del resto no fue simplemente enterrado sino que en su interior se encontraron restos de un ceremonial de abandono que conllevó la deposición de algunas modestas ofrendas (dos monedas de bronce de Gadir, varios vasos y jarras, y algunas herramientas de alfarero).
El siglo III a.C. debió ser un momento de gran actividad en Torre Alta, especialmente sus últimos decenios, tal y como sugiere la multiplicación de hornos en el núcleo inicial y hacia el sur. Además, a esta fase se puede asociar la gran cantera de arcilla documentada en el Sector 1 de la campaña de 1995, que a finales de la centuria fue abandonada y enterrada con una enorme cantidad de desechos de la actividad de los hornos circundantes. Los diversos vertederos excavados han permitido definir con precisión la producción del taller, centrada en las ánforas de transporte vinculadas a la actividad conservera, incluyendo los tipos T-12110, T-8211, T-9110 e imitaciones locales de envases grecoitálicos. La fabricación de cerámicas comunes fue también importante, así como la producción de cerámicas de barniz rojo “tipo Kuass”, la vajilla de éxito de la época, exportada a toda la región. Se han recuperado además discos y figurillas de terracota, así como instrumental alfarero de diverso tipo y función, desde herramientas destinadas al torneado hasta grandes molinos rotatorios quizá vinculados a la molienda de la arcilla seca en crudo. En relación a la producción anfórica de los siglos III-II a.C. Torre Alta destaca por el catálogo de sellos que las diferentes campañas han aportado, el más numeroso y variado en el caso de las ánforas púnicas occidentales, con motivos alusivos a temas variados (rosetas, “signo de Tanit”) y sobre todo alusivos a la actividad pesquero-conservera (por ejemplo, con varias versiones de representaciones del proceso de envasado en ánforas).
La fase final del taller se relaciona con la actividad del horno II (1997) y quizá de las estructuras del Sector 2 de 1995 y de otros pequeños vertederos situados en los solares adyacentes (como la UE 34, o los indicios de extracción de arcillas en la zona de El Barrero, al noreste). Además, probablemente también se puede vincular a algunos enterramientos situados al sureste de la agrupación principal de hornos, inhumaciones modestas similares a las de Camposoto que quizá pertenezcan a los artesanos que operaban el taller en esta fase tardía. De nuevo, la producción en estos últimos momentos de Torre Alta parece estar centrada en las ánforas (T-12112, T-9111, T-7433, grecoitálicas tardías), aunque también se fabricaron cerámicas comunes y de barniz rojo. Algunos fragmentos de opus signinum sugieren la presencia de piletas, quizá relacionadas con el tratamiento de las arcillas o con otras actividades productivas.