Una de las principales preguntas que motivaron el planteamiento del proyecto Ergasteria es cómo se construían y usaban los hornos cerámicos de los talleres protohistóricos del suroeste peninsular. Tras excavar y estudiar muchos ejemplos, tanto en la Bahía de Cádiz como en el Bajo Guadalquivir, se conoce relativamente bien su tipología, sus materiales y técnicas de construcción, y se han propuesto diversos modelos teóricos relativos a su funcionamiento y productividad potencial.
Pero, muchos aspectos esenciales quedaban pendientes de mayor concreción: ¿cuánto se tardaba en construir un horno? ¿cuándo podía hacerse? ¿cuántos individuos hacían falta para llevarlo a cabo? ¿eran necesariamente artesanos especializados? ¿se podían construir en cualquier época del año? ¿cómo se cargaban y descargaban los hornos? ¿cuánto tardaban en completar una cocción, y luego en enfriarse? ¿qué tipo de leña, y cuánta, hacía falta para llegar a las temperaturas y atmósferas óptimas en estos hornos? ¿cuánta cerámica solía «sobrevivir» al proceso de cocción?
Para tratar de arrojar luz sobre estas y otras cuestiones, evidenciadas por el estudio de los yacimientos alfareros prerromanos de la zona, por el análisis arqueométrico de las arcillas y pastas, y por la revisión de otros indicadores (fuentes escritas foráneas, paralelos etnográficos, etc.), el Proyecto Ergasteria ha incluido entre sus líneas prioritarias de actuación la construcción y prueba experimental de un horno cerámico de tamaño medio inspirado en los hornos H3 y H4 del alfar de Camposoto (San Fernando, Cádiz). Se trata de un modelo que tiene claros orígenes levantinos, y que se relaciona con otros hornos de arquitectura oriental muy similares en tamaño y técnicas documentados en otros puntos de la bahía gaditana y del Bajo Guadalquivir, como el propio Cerro Macareno o Carmona. Con la inestimable colaboración del Ayuntamiento de La Rinconada, y de su Museo Arqueológico y Paleontológico, se está llevando a cabo este experimento en el centro asociado de la Universidad de Sevilla ubicado en la Hacienda Santa Cruz, en paralelo a otros proyectos de arqueología experimental relacionados con la arquitectura en tierra, tan característica de la Protohistoria de la región. Una vez concluido y preparado para su utilización, está previsto ensayar los procesos de carga, cocción, enfriado y descarga, cuantificando los recursos (materiales y humanos) empleados, y los tiempos de cada uno de estos procesos. El objetivo es afinar de este modo la interpretación que se ha podido hacer hasta el momento de estos yacimientos, y la cuantificación de la producción teórica de los hornos que surtieron a Gadir y la Turdetania de ánforas durante los siglos VI-IV a.C.
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