Uno de los principales avances que experimentó la producción de cerámica en los primeros siglos del I milenio a.C. fue la introducción y relativamente rápida expansión del uso del torno como técnica principal utilizada tanto por los fenicios (que ya eran maestros en el Levante) como poco a poco entre las diversas comunidades peninsulares que hasta entonces habían hecho uso de otras técnicas. El uso del torno se combinó además con la implantación de verdaderos talleres dotados de hornos bicamerales y otras infraestructuras orientadas a la producción a mayor escala y más estandarizada, con cadenas técnico-operativas más complejas (desde la cantera hasta la cocción de las piezas), y con una creciente especialización de los propios artesanos. Los tipos de tornos que se utilizaron en Iberia inicialmente corresponden, al menos hasta el siglo VI a.C., a los de cojinete y base pétreas, de tradición proximo-oriental, bien conocidos en Levante y Egipto al menos desde el II milenio a.C.
Sin embargo, desde los siglos V-IV a.C. parece que en buena parte de la península comenzó a difundirse, con gran éxito, el uso de una versión evolucionada de estos tornos: bases de piedras duras, con oquedades normalmente cónicas o troncocónicas, sobre las que giraban cojinetes fabricados a molde en bronce. Como en sus predecesores, la rueda de madera (seguramente de diámetro notable, un codo o más), debía encajarse en este cojinete, dando lugar a tornos bajos operados por dos artesanos (aprendiz que rotaría la rueda, y maestro levantando las piezas sobre el torno). Esta evolución no hizo desaparecer el uso de los cojinetes de piedra, que en algunas áreas peninsulares parecen perdurar hasta quizá el inicio de la presencia romana, entre finales del siglo III e inicios del II a.C. En cualquier caso, sí que se trata de una fórmula con un largo desarrollo posterior, pues múltiples hallazgos confirman que el uso de cojinetes metálicos encajados sobre bases pétreas debió ser frecuente en Hispania hasta la época imperial.
El proyecto Ergasteria ha incluido esta interesante cuestión entre sus líneas de análisis de la producción de las ánforas en la fase prerromana. Para ello, se han replicado, gracias a la colaboración con artesanos de la piedra como Granits Barbany (https://granitsbarbany.com/es/) y a los orfebres de TEMATIKA Museum Replicas (https://www.tematika.es/eshop/es/), los dos principales tipos de tornos documentados en los yacimientos peninsulares entre los siglos VIII y III a.C. Tanto el proceso de diseño y fabricación de las bases, cojinetes y ruedas, como las primeras pruebas realizadas para verificar su potencial como herramienta han resultado tremendamente ilustrativas de la complejidad de los procesos técnicos y de la cadena operativa de la época, y de la alta especialización de los talleres que operaban en las ciudades del suroeste peninsular tras la llegada de los fenicios. El objetivo es ampliar el número y tipología de estos tornos experimentales en el futuro próximo, y refinar los ensayos de uso, comparando los resultados con los obtenidos por otros equipos que han estudiado piezas similares en el ámbito levantino y egipcio.
Más información sobre los tornos y su relación con las ánforas púnicas en: https://exarc.net/ark:/88735/10576
Fotos cedidas por Granits Barnaby
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